Miles de israelíes reanudaron sus protestas en todo el país culminando una semana de agitación en la que el primer ministro Benjamin Netanyahu impulsó una ley muy controvertida que limita parte del poder de la Corte Suprema.
Desde una remota intersección entre las frondosas colinas del norte de Galilea hasta las avenidas que atraviesan el centro financiero de Tel Aviv, los manifestantes, ondeando banderas, tocando tambores y haciendo sonar las bocinas, salieron a la calle.
La reforma judicial impulsada por Netanyahu y su gobierno de derechas, cuya primera parte se aprobó el lunes, ha desencadenado una crisis sin precedentes y ha abierto una profunda división social. Las protestas cumplen 30 semanas.
El plan del gobierno ha hecho generado protestas de algunos reservistas del Ejército, al tiempo que ha suscitado severas advertencias de las agencias de calificación sobre las consecuencias económicas.
Los grupos de control político han apelado a la Corte Suprema para que revoque la nueva ley, que elimina la autoridad del alto tribunal para anular lo que considere decisiones "irrazonables" del gobierno y los ministros. La corte dijo que escucharía los argumentos en septiembre, preparando el escenario para un enfrentamiento constitucional.
Netanyahu ha intentado minimizar el impacto de la nueva ley, ratificada tras días de agitado debate en el Parlamento en una votación boicoteada por la oposición. Es uno de los varios cambios que su gobierno considera necesarios para equilibrar los poderes del Estado.
Los críticos dicen que está amenazando los principios democráticos de Israel y la independencia de los tribunales, posiblemente con vistas a un caso de corrupción al que él mismo se enfrenta. Netanyahu lo niega, así como los cargos que se le imputan.
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