El gobierno de Estados Unidos comenzó a destruir algunas armas y misiles químicos que tenían guardados en un depósito de alta seguridad desde la década del '50, ubicado en Pueblo, una pequeña localidad del estado de Colorado, en el centro del país.
Entre estos se encontraban proyectiles con gas mostaza, un agente químico potencialmente mortal; por lo tanto, fue necesaria la intervención de robots, los cuales tuvieron que perforar, escurrir y lavar cada proyectil con el agente mostaza, y después, para su completa eliminación los hornearon a 815 grados.
Luego de este proceso, todo el material terminaba como chatarra sobre una cinta transportadora a un contenedor normal para su desecho.
"Ese es el sonido de un arma química muriendo", dijo Kingston Reif, quien pasó años presionando por el desarme fuera del gobierno y ahora es subsecretario adjunto de Defensa para la reducción de amenazas y el control de armas.
La destrucción de este armamento tomó varias décadas antes de efectuarse, y de hecho, las autoridades informaron que hay otro depósito en la ciudad de Kentucky, que correría la misma suerte en el corto plazo.
Cuando el depósito de esa ciudad haya sido eliminado, con esto se habrán destruido todas las armas químicas del mundo, al menos las que fueron declaradas públicamente.
Entre el armamento que el ejército estadounidense almacenó durante años había bombas de racimo, minas terrestres llenas de agente nervioso, proyectiles y artillería. Además, se destruyeron tanques llenos de veneno que podían cargarse en aviones y rociarse sobre objetivos predeterminados.
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