Antonio Zambujo, cantante, compositor y guitarrista, nació en Beja, en el sur de Portugal. Su relación con la música se inició a los ocho años, cuando comenzó a estudiar clarinete. Más tarde se mudó a Lisboa y muy pronto se convirtió en una de las figuras más destacadas del Clube de Fado, una de las grandes casas de la música nacional de Portugal. Con la dulzura de su voz, Zambujo transmite una especial versión de la natural melancolía y nostalgia del género, que suele hablar de amores y desengaños, de las añoranzas y el mar. Tenía solo 16 años cuando ganó un concurso de Fado en Beja. El público argentino tuvo oportunidad de asistir a su recital unos meses atrás, cuando se realizó en Buenos Aires el Festival de Fado en el entonces llamado CCK. La música de Zambujo, como es lógico, trasciende hoy los códigos precisos del fado clásico: más allá de la influencia de Amália Rodriguez, la voz que llevó la música portuguesa al mundo y embajadora cultural de su país, Zambujo es un gran admirador de otros artistas, como João Gilberto y Tom Waits; sus propios temas incluyen bossa nova, pop, blues y toda canción que lo emocione, cada letra, cada ritmo, cada silencio. Siente una gran admiración por la música brasileña, especialmente por Chico Buarque, a quien considera el más grande y quien obtuvo varios galardones literarios por sus letras, como el importante Premio Camões.
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