En la Argentina, el paso fronterizo con Bolivia sigue cerrado al tránsito particular. Eso hace que, a pocos metros de la vista de los gendarmes, el paso de lanchas y gomones conviertan al lugar en una zona liberada donde se puede pasar cualquier cosa.
Nadie pregunta nada, nadie revisa nada, no se chequea identidad ni existe el más mínimo control del Estado. Esa zona de nuestro país, parece ser tierra de nadie.
Durante años, a los argentinos les convenía cruzar desde Aguas Blancas (Argentina) a Bermejo (Bolivia). En ese viaje se podía hacer una importante diferencia, pero ahora todo cambió y son los bolivianos los que cruzan a comprar hasta los alimentos más básicos en enormes cantidades.
“En la Argentina son más baratos los alimentos. La leche, la comida congelada, y la carne están a la mitad, o menos de la mitad de lo que se consigue en Bermejo mientras que en Bolivia es más económica la ropa”, dice un hombre que empuja un carro y espera por una chalana, la lancha de madera construida de manera artesanal.
Esas embarcaciones no pasarían ninguna norma de seguridad y los salvavidas no existen.
Del otro lado, la embarcación devuelve a la Argentina a cientos de compatriotas que traen, cada uno, dos neumáticos apoyados sobre sus hombros. Es una postal argentina: aquí faltan gomas y son caras y en Bolivia, a pesar de la inflación, salen la mitad que si se las compra en nuestro país.
Esos neumáticos son de fabricación china de marcas imposibles de determinar ¿La calidad? “La veremos en la ruta”, dice un argentino que está chocho por haber pagado por las cuatro ruedas lo que en la Argentina hubiera pagado por una.
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