El BCRA se alista para iniciar una serie de pasos que obturen la salida de dólares, básicamente exigiendo a las empresas que financien sus importaciones con crédito comercial externo o de sus matrices, en caso que se trate de multinacionales. Este estrechamiento del cepo podría prolongarse mientras se prolongue el frío y las importaciones de energía (en particular, de cargas de Gas Natural Licuado) sigan presionando las escasas reservas de la autoridad monetaria.
El Ministerio de Desarrollo Productivo, en el que todavía no se terminó de acomodar Daniel Scioli, podría aliviar la tarea del Central a través del Sistema de Monitoreo de Importaciones, todo para reducir al mínimo posible lo que en el gobierno definen como “importaciones especulativas”. Especulación en todo caso alentada por una brecha que la política económica y la política a secas no logran reducir de modo convincente y que hace apetecible stockearse antes que la mercadería importada -piezas y repuestos en particular- se vuelva más cara, escasa y de difícil acceso.
El discurso de Cristina Kirchner en Avellaneda, el lunes pasado, fue una nueva luz de alarma en algunos despachos de política económica del Gobierno y también en el sector privado, ante el temor por nuevas restricciones que no sólo afectarán al segmento del consumo, sino principalmente a la producción de bienes y servicios.
Terminó de instalarse como un problema para el Poder Ejecutivo luego de que la vicepresidenta denunciara públicamente un “festival” de ingreso de bienes e insumos desde el exterior. De ahí la inminencia de medidas oficiales que hagan de dique de contención al nivel de importaciones.
Hay una cifra que circula entre algunos funcionarios de la Casa Rosada y que les genera preocupación: junio termina con estimaciones del orden de USD 9.000 millones, lo que implicaría una fuerte suba respecto a los USD 7.800 millones de mayo y que mostraría así incremento de 56% respecto de un año antes.
De ese total, unos USD 2.000 millones estarían explicados por las importaciones de energía y el resto, de bienes e insumos. Para algunos funcionarios se trata de un ritmo “insostenible” de compras al exterior, por lo que preparan un ajuste de clavijas para reducir la cantidad de importaciones mensuales a un número más cercano a USD 6.000 millones, un número que en algunas consultoras estiman como viable en el marco de una meta que corre en paralelo, que es acumular reservas en el BCRA, tal como fue acordado con el Fondo Monetario Internacional.
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