Entre los productores agropecuarios argentinos se viene intensificando una oscilación entre las señales del cerebro y del corazón, casi en un mismo polo, y los datos que surgen, por otro lado, de lo que algunos califican como “el órgano humano más sensible”: el bolsillo. Es una sensación que se ha ido generalizando entre los ruralistas respecto de la política agropecuaria del gobierno de Javier Milei que, más allá de su administración, conserva en términos personales amplio apoyo por lo que dice (más que por lo que hace), motivado por el contraste con décadas de hostigamiento fiscal y verbal a quienes producen en la tierra. La visión en clave de péndulo empezó a notarse en pioneros “oficialistas críticos” en el verano, mientras bajaban los precios internacionales y subían los costos: desde todo lo que se necesita para producir, hasta lo que se requiere para vivir. “Yo voté a Milei, deseo que no se olvide las promesas de campaña cuando era candidato. En primer lugar, es de vital importancia la eliminación de las retenciones”, planteó Walter Malfatto, presidente de la filial Bragado de Federación Agraria y referente de Grupo Independencia de los productores autoconvocados.
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