Si bien durante las semanas posteriores a las elecciones generales, la economía parece haber ingresado en una etapa de tensa calma, el conflicto por el desabastecimiento de los combustibles irrumpió en la agenda e impactó de lleno en las estaciones de servicio de todo el país.
Pasada una semana en la que se vieron largas filas en los surtidores, se habilitó un nuevo aumento de hasta el 10% para el precio de venta, que tendrá su efecto en el bolsillo de los consumidores y se verá reflejado en los índices de inflación de noviembre y diciembre.
La falta de nafta y gasoil se explica por varios motivos, pero sobre todo abre una serie de interrogantes. ¿Por qué el desabastecimiento afectó a todo el país? ¿Cuál es la situación actual del sector? ¿Por qué aumentaron los precios? Y sobre todo: ¿Cómo se determinan los valores que se comercializan en las estaciones de servicio?
Nafta: cómo se determina el precio
A grandes rasgos, los precios de los combustibles se conforman por: el costo del crudo, los impuestos, el transporte y la distribución y el margen para las refinerías y estaciones de servicio.
En la Argentina, el precio del combustible líquido -nafta y gasoil- se determina primero en pesos en el surtidor. Desde allí se deducen una cantidad de cargos, como impuestos y fletes, y así se llega al precio del barril en la puerta de la refinería. Ese valor, que hoy está en torno a los US$56 (al tipo de cambio oficial), es lo que habitualmente se llama “barril criollo”, un nombre que viene de otra época, en la que el Gobierno dictaminaba el precio; hoy se hace por un acuerdo.
“El punto central en la determinación del precio es el valor internacional del crudo. El Brent está en US$87, pero tenés un acuerdo para que los productores vendan a US$56 el barril, que es el barril criollo, que se negocia entre las refinerías, los productores de petróleo y el Gobierno”, resumió Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía.
Aquí para la industria se genera un primer desacople porque las petroleras venden en el mercado local a un valor de US$56 el barril, mientras que el precio internacional gira en torno a los US$85. Ya sea por exportaciones que no se pueden hacer o por importaciones que se realizan para satisfacer la demanda interna, esa brecha genera una pérdida para una parte del negocio.
Este punto es central para explicar uno de los nudos del conflicto de las últimas semanas. Un contexto de mayor demanda en el consumo de combustibles, sumado a las paradas programadas del parque refinador, llevó la necesidad de importar.
“Las restricciones en el acceso al mercado de cambios y/o a fuentes de financiamiento alternativas determinaron un retraso en la importación de combustibles, generando crecientes problemas de abastecimiento que se agudizaron sensiblemente en los últimos días”, detalló en su último informe Economía y Energía.
A pesar del aumento que llegó a los surtidores esta semana, el ingeniero y consultor Emilio Apud consideró que el precio actual del combustible, que promedia los $300 para la nafta, aún no refleja todos los costos y destacó que tanto el margen de refinación como el de las estaciones de servicio es chico.
“Si no hubiera un precio interno más bajo para el barril, su valor estaría alrededor de un 10% por debajo del costo internacional: unos US$80″, afirmó el exsecretario de Energía. Y calculó: “El atraso es del 30%. Lo que se está importando, se paga entre $410 y $450 el litro. Habría que llegar a un valor similar, pero no creo que eso ocurra antes del balotaje”.