River Plate fue a Avellaneda con su irregularidad a cuestas y lo recibió un Independiente renovado en el ánimo de sus hinchas por la confirmación de la fecha de las elecciones y que después de vencer a Colón en Santa Fe con Juan José Serrizuela como interino, contó con Julio Falcioni en su tercer paso como entrenador, y como resultado hubo un partido que ganó el de más jerarquía, el "millonario", por 1 a 0, en tiempo de descuento.
El Libertadores de América-Ricardo Bochini tuvo otro aire circulando por sus graderías, con los hinchas de Independiente alentando como hace tiempo no ocurría, pensando solamente en sus jugadores y no en sus dirigentes, que cambiarán definitivamente el domingo 2 de octubre.
Sin mucho tiempo para trabajar ni futuro asegurado en el cargo después de ese día, Independiente le fue a plantar cara al conjunto dirigido por Marcelo Gallardo, y fue creando situaciones propicias para desnivelar a lo largo de toda esa primera etapa.
El colmado estadio "rojo" se entusiasmaba ante un River que contaba desde el arranque con un hijo pródigo del club de Avellaneda con Ezequiel Barco, recibido con algún silbido perdido y despedido con aplausos cuando abandonó el campo sobre la media hora del complemento reemplazado por Matías Suárez, que iba a anotar el gol de la victoria riverplatense en el segundo minuto de descuento.
Mientras tanto River, como siempre en los últimos tiempos, no daba seguridad en su defensa central integrada por Emanuel Mammana y Paulo Díaz y no tuvo peso arriba salvo alguna implicancia por derecha de Pablo Solari, tratando de desbordar permanentemente pero sin eco en Lucas Beltrán ni tampoco en el mencionado Barco.
Para colmo de males para la visita promediando la etapa inicial se fue nuevamente lesionado Enzo Pérez, con un traumatismo en la rodilla izquierda, y el ingreso en su lugar del más fragoroso Bruno Zuculini le hizo perder el equilibrio y las formas.
Por eso Independiente terminó emparejando permanentemente el juego y avanzó posicionalmente en pos de la victoria hasta promediando el complemento, cuando pareció ir quedándose sin energías y sin variantes, todo lo contrario a lo que sucedió con River.
Para ello fueron vitales primero los ingresos de Nicolás De la Cruz y Miguel Borja por el silbado Rodrigo Aliendro (porque estuvo a punto de llegar a Independiente y a último momento cambió el rumbo hacia Núñez) y el inexpresivo Beltrán, y luego el mencionado de Suárez por Barco.
Esto terminó tirando al equipo de Falcioni hacia atrás, algo que es de las preferencias de su nuevo-viejo entrenador cuando se trata de un rival que asoma superior en los minutos finales de un partido.
Cuando parecía que el objetivo de la igualdad digna ante un River que no se resignaba a la misma, apareció una jugada aislada dentro del área local, un rebote afortunado que le cayó a Suárez para definir cruzado y doblarle las manos al arquero Milton
Álvarez, ratificado nuevamente en la titularidad por encima del uruguayo Sebastián Sosa, que a diferencia del encuentro con Colón (3-0 ganó el "rojo"), hoy si estuvo en el banco.
Esta conquista terminó por calmar el enojo de Gallardo que venía de media hora atrás cuando apenas ingresado Borja recibió un golpe en la cara del defensor Sergio Barreto en el rostro del colombiano que el futuro mundialista Fernando Rapallini fue a chequear al monitor del VAR como probable penal, pero terminó desechándolo.
En definitiva lo llevó River por la jerarquía de su plantel, más largo en cantidad y calidad que el de Independiente, y así trepó al séptimo puesto, a siete unidades del líder Atlético Tucumán y, fundamentalmente alcanzó el tercer puesto de la Tabla Anual que lo clasifica directamente a la Copa Libertadores 2023.
Para Independiente, más allá de su triste 25to. puesto entre 28 equipos, la ilusión parece estar definitivamente fuera de la cancha, en ese 2 de octubre en el que parece se jugará mucho más que un campeonato.
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